Deseando dar ánimo a su joven hijo para que progresara en el piano, una madre llevó a su pequeño a un concierto de Paderewski.

Después de sentarse, la madre vió a una amiga en la platea y fue a saludarla. El pequeño cansado de esperar se levantó y comenzó a recorrer el lugar hasta que llegó a una puerta que decía "PROHIBIDA LA ENTRADA".

En aquel momento, el gran maestro de piano hizo su entrada, rápidamente fue al piano y susurró al oído del niño, "No pares, continúa tocando".

Entonces apoyado, Paderewski extendió su mano izquierda y empezó a llenar la parte del bajo. Luego, puso su mano derecha alrededor del niño y agregó un bello arreglo musical. Juntos, el experimentado maestro y el joven aprendiz transformaron una situación embarazosa en una situación maravillosamente creativa.


El público estaba emocionado.

Así son las cosas cuando uno está con Dios.

Cuando nos esforzamos en conseguir algo por cuenta propia, a pesar de que hagamos lo mejor posible, los resultados no se convertirán exactamente en una melodía fluída y armoniosa. Pero, con las manos del Maestro, las obras de nuestras vidas pueden ser verdaderamente hermosas.


La próxima vez que decidas emprender nuevos proyectos, escucha atentamente. Podrás oír la voz del Maestro, susurrando en tu oído: "No pares, continúa tocando".


Siente sus brazos amorosos a tu alrededor. Siente que sus fuertes manos están tocando el concierto de tu vida.



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