El águila es el ave com mayor longevidad de esas especies. Llega a vivir 70 años, pero para llegar a vivir 70 años, pero para llegar a esa edad, a los 40, debe tomar una seria y difícil decisión.

A los 40 años, sus uñas están apretadas y flexibles y no consigue tomar a sus presas de las cuales se alimenta. Su pico largo y puntiagudo, se curva, apuntando contra el pecho. Sus alas están envejecidas y pesadas y sus plumas gruesas. ¡Volar se hace ya tan difícil!

Entonces, el águila tiene solamente dos alternativas: morir o enfrentar un doloroso proceso de renovación que durará 150 días. Este proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar. Después de encontrar ese lugar, el águila comienza a golpear su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo. Luego debe esperar el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas. Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, comenzará a desplumar sus plumas viejas. Después de cinco meses, sale para su vuelo de renovación y a vivir 30 años más.

En nuestras vidas, muchas veces tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación para continuar un vuelo de victoria, debemos desprendernos de costumbres, tradiciones y recuerdos que nos causan dolor.

Solamente libres del peso del pasado podremos aprovechar el resultado valioso que una renovación siempre trae.




Deseando dar ánimo a su joven hijo para que progresara en el piano, una madre llevó a su pequeño a un concierto de Paderewski.

Después de sentarse, la madre vió a una amiga en la platea y fue a saludarla. El pequeño cansado de esperar se levantó y comenzó a recorrer el lugar hasta que llegó a una puerta que decía "PROHIBIDA LA ENTRADA".

En aquel momento, el gran maestro de piano hizo su entrada, rápidamente fue al piano y susurró al oído del niño, "No pares, continúa tocando".

Entonces apoyado, Paderewski extendió su mano izquierda y empezó a llenar la parte del bajo. Luego, puso su mano derecha alrededor del niño y agregó un bello arreglo musical. Juntos, el experimentado maestro y el joven aprendiz transformaron una situación embarazosa en una situación maravillosamente creativa.


El público estaba emocionado.

Así son las cosas cuando uno está con Dios.

Cuando nos esforzamos en conseguir algo por cuenta propia, a pesar de que hagamos lo mejor posible, los resultados no se convertirán exactamente en una melodía fluída y armoniosa. Pero, con las manos del Maestro, las obras de nuestras vidas pueden ser verdaderamente hermosas.


La próxima vez que decidas emprender nuevos proyectos, escucha atentamente. Podrás oír la voz del Maestro, susurrando en tu oído: "No pares, continúa tocando".


Siente sus brazos amorosos a tu alrededor. Siente que sus fuertes manos están tocando el concierto de tu vida.





"Manantial de vida es la boca del justo,
pero la boca de los malvados oculta violencia."

Proverbios 10:11



"Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo y para bendecir toda la obra de tus manos. Prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado..."

Deuteronomio 28:12-14




"Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán; ni faltará su fruto.
A su tiempo madurará, porque sus aguas salen del santuario. Su fruto será para alimento y su hoja para medicina."

Ezequiel 47:8-12




A través de la parabola del pobre Lázaro y el rico (San Lucas 16: 19-31), Jesús nos enseña que aquellos que no ayudan de algún modo a su prójimo, no podrán entrar al Reino de los Cielos y tendrán que ir a otro lugar, donde sufrirán tormentos. Sin embargo, hay otra importante enseñanza de Jesús en esta parábola, que no es tan obvia.

El rico está sufriendo terriblemente y le pide a Abraham que envíe a Lázaro a confortarlo. Le dice : "Manda a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua y venga a refrescar mi lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego." Es obvio que el rico siente una terrible sed, en medio de las llamas.

Jesús le prometió a la mujer samaritana : "El que beba del agua que yo le daré nunca volverá a tener sed. Porque el agua que yo le daré se convertirá en él en manantial de agua que brotará dándole vida eterna." (San Juan 4:13-14) Es precisamente el agua de la vida eterna, lo que anhela el rico de la parábola, pero ya no la puede recibir. Quizás las llamas representan el desesperado anhelo de la presencia de Dios, que el rico no puede satisfacer porque ya ha muerto. Ha perdido la oportunidad que Dios le dio de disfrutar por la eternidad de su divina presencia. Ya no podrá saciar su terrible sed, con "el manantial de agua viva" que le hubiera dado vida eterna.

Abraham le recordó al rico que en vida recibió "su parte de los bienes materiales" y Lázaro "su parte de males". También le dijo que entre ellos hay "un gran abismo" que no permite el paso a nadie. O sea, que después de la muerte, ya es demasiado tarde para cambiar el rumbo de nuestra vida.

Que esta parábola nos recuerde que solo tenemos el día de hoy para hacer el bien, pues no sabemos en qué inesperado momento tendremos que dar cuenta ante Dios de nuestras accciones.